Los ejercicios espirituales fuente de la espiritualidad ignaciana



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Los ejercicios espirituales fuente de la espiritualidad ignaciana

Enrique Ponce de León Garciadiego, s.j.

Cuando uno encuentra a alguien en su vida ya no puede seguir viviendo igual y es Jesús resucitado con el que se encontró Ignacio. Lo va a invitar a las grandes proezas. Ignacio lo llama el Rey Eternal, el Rey Eterno, pero ya no a luchar contra los moros ni a empuñar la espada o la lanza, ya no a hacer grandes gestas siguiendo a un rey. Uso frases de Ignacio para que vean que todo es un ambiente de caballería que iba él traduciendo a la luz del Evangelio.

El sumo capitán Jesús, lo iba a invitar a hacer una de las más grandes proezas, vencerse a sí mismo, pasar a ser libre poniéndose al servicio de los demás ¡Imagínense! Porque para Ignacio la más grande proeza es amar a los demás a la manera de Jesús y en un proceso largo y bellísimo Ignacio te pone a Jesús, por ejemplo: en Belén de recién nacido.

Ignacio quería tener poder, Jesús vivía en el silencio y la humildad. Ignacio quería tener mil riquezas, Jesús optó por la pobreza, quería tener placeres, Jesús va optando por el servicio y paulatinamente esta imagen de Jesús va seduciendo de tal manera a Ignacio que se rinde totalmente ante él y con una frase bellísima, con una oración que casi es un poema escribe Ignacio: "Eterno Señor de todas las cosas, yo deseo y es mi determinación ponerme al servicio tuyo".

Jesús iba conquistando paulatinamente a Ignacio y al ejercitarse en este libro se encontraría con un Jesús en la cruz, pero sobre todo se encontraría con un Jesús resucitado y hacia el final de los Ejercicios Ignacio propone algo maravilloso y sublime, lo que él llamó Contemplación para Alcanzar Amor.

Esta Contemplación para Alcanzar Amor iba a resumir toda la experiencia espiritual de Ignacio, descubrió a su Dios no como enemigo, sino como amigo de la creación y de la vida.

Ya que era amigo de la vida a Ignacio sólo le quedaba como respuesta un gracias. Gracias por la vida, gracias por todo lo que me has dado porque la creación entera es tiempos y fronteras, la creación es santa y maravillosa, gracias mi Dios, gracias.

Una de las palabras que tenia más profundamente en el corazón Ignacio, era gracias, pero además Ignacio es un hombre de acción, no se va a quedar con esto y dice: el amor se pone más en las obras que en las palabras y no basta que le digas todo conmovido a tu Dios ¡gracias¡ ¿qué haces por él? Y entonces Ignacio así como con ese interno conocimiento de tanto bien recibido tomó la pluma y escribe al final de los Ejercicios: "Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; vos me lo disteis, a vos, Señor lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad, dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta".

Ignacio va entendiendo que el amor es amistad, es recibir y es dar, es unirse, es compartir a mi Señor, pero solamente te pido una cosa, dame tu amor y tu gracia y me basta. La versión por excelencia de Ignacio, "y me basta quiero agradecerte mi Dios tanto que me has dado, ¿cómo te puedo corresponder?". Entonces Ignacio cae en la cuenta que toda su vida sólo tiene un sentido: amar y servir en todo, porque en todo encuentra Ignacio a Dios, en todo amar y servir ¡imagínense! ya no nos dejó oportunidad para escabullirnos en nada, en nada, es la traducción del más, es la traducción de toda una vida de amor absoluto a su Dios y Señor, entonces Ignacio se pone las armas y ante su Señor y Dios va descubriendo que la vida es amor y servicio.

Hay algo más, con esto quisiera terminar. Hay algo que apasiona, yo he tratado de preguntarle muchas veces a Ignacio ¿qué buscaba? ¿qué buscaba cuando herido allá en Pamplona se retorcía de dolor con la pierna destrozada? ¿qué buscaba en esos largos meses de su convalecencia en el castillo de Loyola? ¿qué buscaba en la cueva de Manresa? ¿qué buscaba cuando fue a Jerusalén como peregrino? ¿qué buscaba cuando estuvo en Salamanca solo y a pie se dirigió a París? ¿qué buscaba cuando llamaba a sus primeros compañeros a realizar grandes hazañas? ¿qué buscaba en sus largos años en Roma como Superior General de la Compañía de Jesús? ¿qué buscaba? Lo mismo que tú y yo, la felicidad y entonces Ignacio de Loyola vibra con el mismo anhelo que ustedes y yo vibramos, buscamos la felicidad ya lo creo y vuelvo a repetirlo no conozco Tijuana y ustedes que sí la conocen ¿hay alguna tienda aquí en Tijuana, algún mall que venda felicidad? ¿cuánto cuesta la felicidad? ¿en dónde encontrarla? Esa era la angustia de Ignacio y es la angustia del hombre contemporáneo ¿dónde está la felicidad? ¿para qué vivir? ¿para qué? ¿cuál es el sentido? Ignacio siempre buscó la felicidad y no cualquier felicidad, sino el más, vuelvo a repetir esa palabra que duele, duele hasta las entrañas más profundas del ser humano, ¿él más?.


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Posted on

February 16, 2015